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Cogito

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A veces no es la vida que quieres, sino la vida la que te escoge. No es lo que quieres sino lo que necesitas. El destino te trae tu casualidad, y aunque sea un camino duro, son las enseñanzas y aprendizaje lo que te queda en tu sobrevivencia, en tu autopista de superación. Sólo hay que llorar, sí, desahogarse, los humanos somos volátiles, vulnerables, cometemos errores, pero lo que más he amado de mi sabiduría parental es que todo en la vida tiene solución menos la muerte (que es a lo que más me ha tocado arraigarme en mi punto de partida), y que no importa que grande se vea el error o problema, lo mejor siempre, siempre es enfrentarlo de una, sin temor. Pero también hay que llorar, de total alegría, saber que sobrevives, que eres tan fuerte como para seguir haciendo tu trabajo y ver triunfos, saber que lo haces y que tu equipo lo hace bien… Que algunas cosas no las controlas tú, simplemente siempre pensar que “tenía que pasar así”, que hiciste lo que se pudo hasta el final, que hi